Reseña "Sesión continua"
Esther Peñas (Madrid, 1975) ha conseguido con su nueva novela "Sesión conitnua" (Finalista XIII Premio Odisea) dar un salto hacia adelante en su narrativa. Quienes ya la habíamos leído anteriormente ("Los silencios de Babel", "El peso de una sombra"), sabíamos de su pericia y su estilo delicado y sobrio, de su querencia por el cine y los personajes con halo cinematográfico, como la protagonista de "El peso de una sombra". Lo que se desconocía, al menos yo no tenía ni idea, era que Peñas almacenaba un potencial humorístico impagable.
Peñas consigue, con creces, eso tan complicado que es hacer reír. Por el diván de Cordelia, la psiquiatra especializada en temas de orientación sexual (o más bien de desorientación en algunos casos), pasan personajes de los más varipinto. La conservadora madre de una chica lesbiana que acaba transformando su propia vida sexual; Cosme, mi personaje favorito, un excéntrico niño de doce años con una imaginación desbordante y cuyos dialógos con la psiquiatra son sencillamente geniales; las divertidas peripecias de Matías, el apoderado taurino emepeñado en que una erección en el gimanasio le ha convertido en gay; Marieta, la paciente más cuerda de Cordelia, etc.
"Sesión continua" posee reminisencias de las mejores comedias de Woody Allen y de las obras de Jardiel Poncela, cuya presencia sobrevuela toda la novela.
Los personajes de "Sesión continua" nos hacen reír, emocionan. Son muy cercanos y veraces. Esther Peñas ha sabido dar con las teclas precisas para hilvanar una historia brillante, que se lee con agrado, divertida, humana y muy bien escrita, con voces perfectamente identificables para cada personaje y perfiles muy bien trazados, valiéndose únicamente del diálogo, convertido en monólogo en la mayor parte de la historia.
Una novela estupenda que acaso inaugure una nueva vía en la prosa de la autora. Peñas es demasiado buena manejando el humor como para negarnos el placer de nuevas e hilarantes novelas.
"Sesión conitnua" está editada por Odisea Editorial.